pedí mi número para tocarte
y ya caducó.
como en la frutería cuando llegas tarde confiando en que tu turno aún no ha pasado
cogí el papelillo con el número impreso
y lo tiré a la basura, donde habían otros muchos
y lo tiré a la basura, donde habían otros muchos
me quedé mirando.
A mi lado, otras chicas tiraban sus números, decepcionadas, balbuceando palabrotas.
Yo callé. Callé porque no quería que supieran, que yo ya había tenido más oportunidades, que no era mi primera vez allí.
Sé que estaba mal, pero callé.
Yo no merecía nada de eso, ni merezco, aunque padezco.
Me agaché y cogí otro número del suelo, estuve a punto de volver a ponerme en la cola, pero pensé que no me merecía volver a ser reutilizada.
Así que dejé el papelillo sobre la encimera
y cuando me alejaba, -juro- me llamaban.
Me giré al tiempo cuando todas ellas, que parecían muertas, de pronto se espabilaron y se arañaban las unas a las otras por ese papelillo.
Que lo disfrutéis.
Yo ya no más.
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