sábado, 14 de junio de 2014

De cuando me esperaban a la salida

Te tengo en frente
y ahora que es el mundial otra vez, no paro de recordar lo tonta que parecía poniendo carita triste si llovía porque me los días lluviosos no me esperabas a la salida. Porque te mojabas.
Y yo pensaba “¡pero si tienes casco!” y me ponía tristona. Tristona y tontona.
Entonces al día siguiente hacía sol y yo pensaba “¡ay cielo, ¿por qué no te quedas así siempre?!” "¡por qué no te quedas aquí siempre!"
Pero el cielo se otoñaba y llovía. Y llovía. Y pasaba los días y yo no te veía.

Y luego cuando ya no viniste nunca más, me dio un poco igual.
Pero hoy me acuerdo de esa sensación de lluvia y tristeza, de tu ausencia, de esperarte a la salida.

Es que hoy te tengo en frente casi todos los días y claro, ya no me esperas a la salida. Esperas a otra.
No llueve porque hace mucho calor. Un calor que te mueres. Y tú, tan fresco.
Tan fresco y con esa carita de niño que no cambia.
Te tengo cariño, en el fondo, a pesar de las cosas tan feas que nos dijimos.
 -¡Y me sigo poniendo nerviosa si nos vamos a cruzar!-
 Fuiste un amor tan inocente y simple que por eso me gustaba y me gusta. No tenía ninguna complicación.

Y hoy, después de aquel mundial en el que ganó nuestra selección y que lo celebramos cada uno por nuestro lado; hoy, que ni nos saludamos, ni nos miramos a la cara y nos hacemos los desconocidos, yo en el fondo sonrío porque sí que te conocí muy bien. Y nos lo pasamos muy bien.
Pero yo crecí y tú te has quedado ahí.

Con tu carita de niño -bueno-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario