domingo, 28 de septiembre de 2014

Sol, terraza y noviembre

Huele a aquella mañana en la que yo amanecí con la cara de otra.
¿Cómo es posible? si aquella no era mi cama. Aquí estoy cambiándole las sábanas.
Recuerdo el sol atravesándome la piel, mis ojos acostumbrándose a la luz.
Y tú en frente. Mirándome. Con sonrisa de tonto.
A ti no te molestaba el sol, por supuesto.
Yo, cabizbaja, mirando el cubo; tú, en silencio, esperando.
Recuerdo que pensé -y lo pienso-: "¿qué habré hecho yo, para tener semejante suerte?"

La vida es corta, más corta aún cuando estás con quien te hace feliz.
Luego es una envidiosa, que va y te lo quita.
Pero a mí no me quita esto, el haber tenido el sol para mí en aquella azotea.
Y no hablo de astros.


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