domingo, 23 de marzo de 2014

G 4.0

Me convertí en un monstruo que se adaptaba a la oscuridad. Así fue como pude ver sus rostros y sus caras, y así fue como pude manejar sus sentimientos con lo que sonaba.
Me adentré en cada uno de vosotros y desgarré la noche que os esperaba, me sumergí en vuestra sangre para paralizaros el corazón durante sólo un segundo, atravesé la puerta para convertirme en humo del cigarro que os mataba los pulmones.
La guitarra, fiel amiga y compañera, fiel en mis hazañas; ella se hizo grande durante un sólo segundo.
Abrió las cuerdas entre sí y las multiplicó, el agujero se convirtió en un agujero negro.
Eso duró. Un segundo.
Un segundo tras el cual, ya no estabais dentro de la habitación: estabais dentro de la guitarra, prisioneros, pero hipnotizados y borrachos; ciegos de música y de mi voz. Os adentrasteis en vuestra cárcel, que vibraba pero os maravillaba.
Habéis quedado atrapados.

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