miércoles, 6 de marzo de 2013

palabras gélidas

Pensó mientras el silencio la enterraba a sus pies:



«Madre mía, ¿cómo decirte que ya no te soporto?

no sé cómo ha pasado tan deprisa, cuándo mi corazón decidió ponerse boca-abajo cada vez que te ve.
No tengo ni idea de por qué ya me da asco decir tu nombre,
De por qué no quiero que me quieras, ni que te comas la cabeza por mí,
y eso que antes me encantaba que lo hicieras. A mí y a mi ego,
que ahora no para de gritarme que te diga 'que te calles', pero eso es demasiado brusco, por dios, ¿qué puedo decirte para que dejes que me vaya, para que lo asumas?



Ya lo sé.
»



Y lo soltó. Y como si fueran dos bloques de metal, en el estómago de ella tocaron fondo. Las piernas le fallaron y las lágrimas se desbordaron. Temblaba y hacía calor, las manos frías apretadas con fuerza a ambos lados del cuerpo. Rabia e impotencia. En medio de tanta gente, pareció como sitodo el  mundo escuchase su corazón romperse, y se giraban para ver por qué tanto desastre.
Nadie va a amarte como lo hizo ella. Ni a ti, ni a tu ego de mierda.

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