viernes, 22 de marzo de 2013

escribo desde la cocina

me apoyé en tu hombro y, sorprendentemente tú hiciste lo mismo sobre mi cabeza. Un montón de conversaciones revoloteaban en el aire que respirábamos y renovábamos con las ventanas bajadas.
Nadie nos miraba pero yo te sentía más cerca de lo que ya estábamos. (Si, era posible)
Nos dimos cuenta de lo que estuvimos a punto de hacer, de "lo prohibido" y levantaste la cabeza; yo la mía de tu hombro y sonreimos mirando la carretera desde la parte trasera del coche.
Las conversaciones nos atraparon y como si nada recorrimos el camino que nos llevaba a casa.

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