Que por amar,
por ser capaz de ver dentro de las mujeres
por ver la belleza hasta en los rostros tristes, por tener el don de hacer reír.
Que por olvidar bebiendo, por beber para olvidar,
por no recordar, por no tener dinero, porque te inviten,
por no poder recordar nombres, no tener tiempo para llamarles a todos.
Que por besarlas a todas, por querer dormir siendo abrazado,
por recogerte de madrugada, por la mañana, al día siguiente,
que por el deseo que te recorre, por tu poesía carnal.
Que por tu ideología, tu política, tus ídolos,
que por fumar, por las drogas, que por vivir sin mirar la hora
ni el reloj, ni usar paraguas, que por andar hasta el fin del mundo.
Que por llegar tarde, por llegar temprano, por olvidarte,
por crear música, por olvidar melodías, por mirar con desdén,
por cantar, por tocar en las calles olvidadas, que por perderte en los callejones solo
o acompañado.
Que busquen mil razones para hundirte y para hablar de ti,
que intenten destruirte, pasar por encima de ti,
que tú estás en la superficie, en lo más alto,
que gritas por encima de lo hablado,
que bombardeas de vuelta cada insulto con una sonrisa, cada palabra doliente,
y con ella les pisoteas siempre.
Que continúen esta guerra que ya había terminado sin siquiera empezar,
porque tú, por salirte del curso de la vida, eres y haces y creas felicidad y paz,
y quien lo discuta,
te lo hace ser más.
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