me apoyé en tu hombro y, sorprendentemente tú hiciste lo mismo sobre mi cabeza. Un montón de conversaciones revoloteaban en el aire que respirábamos y renovábamos con las ventanas bajadas.
Nadie nos miraba pero yo te sentía más cerca de lo que ya estábamos. (Si, era posible)
Nos dimos cuenta de lo que estuvimos a punto de hacer, de "lo prohibido" y levantaste la cabeza; yo la mía de tu hombro y sonreimos mirando la carretera desde la parte trasera del coche.
Las conversaciones nos atraparon y como si nada recorrimos el camino que nos llevaba a casa.
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