El crepúsculo sobre el campo de fútbol oscurecía.
Entró en sus ojos y los cerró, por un instante.
La brisa acariciaba los últimos grados del verano, descendiéndolos y acercandose así a la noche.
Tenía celos de los míos, me miraba mientras yo hablaba.
¿Dónde estarán esos ojos cristalinos? Que un día quisieron dárselo todo y sin embargo y sin quererlo, aquellos sólo miraban a los míos. Ahora no responde. Es distancia. Distante.
Ojos cristalinos que me miraban con admiración, envidia, celos. Que dejaban ver todo eso y el amor que desprendía en cada movimiento de sus pupilas.
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