viernes, 26 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

"de ilusiones se vive"

hoy le estado vueltas a esta frase y en el contexto en el que se dice.
ahora mismo, si alguien me dijese esa frase lo mandaría directamente a donde no pudiera volver.
porque no. no es cierto
no se vive de ilusiones. porque se esfuman, acaban muy rápido
y lo duro se hace cuando caes, cuando te das el golpe fuerte.
de otras ilusiones he salido mediohecha. podríamos decir que no he salido directamente.
porque cuando estaba en el punto más alto, casi alcanzando las nubes, las estrellas, el espacio exterior, el infinito;
justo en ese momento de éxtasis y felicidad
una caída libre y mortal hacia el suelo hace vuelva a poner los pies -o la cabeza- en él de golpe

sí, vale, he salido viva de las ilusiones
pero mis emociones, sentimientos y sensaciones no lo han hecho.

jueves, 18 de noviembre de 2010

vi la luna x7

aún resonaba en mi cabeza la frase.
mis ojos estaban cansados y la música los hacía llorar facilmente.
lo que era mi mundo se derrumbaba por momentos.
en una frase, un trozo
con ella, otro aún más grande
con aquel nombre, entero.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

entonces

fue cuando me di cuenta, bajo mi paragüas negro.
mis botas se encharcaban y mis pies se congelaban. casi lloro después de tanto tiempo. que no había forma de que mis manos se resguardaran del frío y sólo tenía ganas de mirar por la ventana. me vi salteando losetas y gotas de lluvia. tenía la música que iba a estallar
el hombre planta no estaba
y seguía un reflejo de un paragüas rosa.
fue entonces cuando me di cuenta, que te echaba de menos.
demasiado. muchísimo.

jueves, 11 de noviembre de 2010

- ¿dónde te duele exactamente?
- me duele... tú.
más claro agua.
si es que más claro agua.
no puede ser más claro que el agua.
agua, claudia, agua.
yo lo veo clarísimo.
tan claro como el agua.
transparente.

al final, sólo vi agua sucia.

sábado, 6 de noviembre de 2010

re-aparecieron

y se da cuenta que de pronto nada tiene sentido.
que mira hacia un lado y al otro y ya no está. vuelve a darse cuenta.
otra vez, otra. otra más. que no. que por más que lo piense, ya no tiene sentido seguir sonriendo, porque no, no está. no están.
no están las sonrisas, ni tampoco las ganas de ir a cualquier parte riendo. tampoco están las ganas de comerse la noche como si del mundo se tratase, de transmitir a todos gran felicidad.
intenta encontrarlo todo en un helado, con la mirada perdida. el rimel por los suelos con la felicidad. el helado que se consume y gotea, como cada una de las sonrisas que han ido a parar al desagüe de los colores sucios, de las témperas con las que pintó su propio nombre.
y recuerda, recuerda cómo estaba hacía una hora. todo lo tenía al alcance de su mano.
a un paso, la felicidad.
a dos, la noche.
a tres, las ganas de enamorarse.
y como, en menos del valor de una semifusa, en menos de un microsegundo, un parpadeo, en menos que amanecía en aquel lugar que de repente aparece en su mente, en menos de cómo el humo de un cigarrillo que había por allí se iba por el aire. en menos de todo eso desapareció.
desapareció ese paso a la felicidad. los colores, y se tiñó todo de negro. de burlas en lugar de risas.
desaparecieró la noche y las ganas de bebérsela. el hielo que la refrescaba se derritió.
desparecieron también las ganas de enamorarse en el tiempo que dura ésta canción que hoy me anima, en el tiempo de afinar mi guitarra, o el tiempo en el que la púa se cae y llega al suelo.
desapareció todo, o casi todo.
sí, casi todo. porque ellos que habían aparecido, re-aparecieron.